El paisaje no es ni subjetivo ni objetivo, es
trayectivo y esta trayectividad tiene un sentido, es el sentido de la
historia de la humanidad que une el planeta a la biosfera y a la
ecúmene. La trayección es la conjunción de lo físico y lo fenoménico,
engendrando la moviente realidad de la cúmene. (A. Berque, 1999)